No es la primera vez que lo digo, y es una verdad de las grandes; se puede hacer un cupcake de casi cualquier cosa, igual que se pueden hacer helados o bizcochos de casi cualquier cosa.
Tampoco es ya un misterio para los que me siguen que a pesar de no ser una gran bebedora, es difícil sacarme de un vino blanco bien frío, me gustan los dulces borrachos y jugosos.
Me regalaron hace poco una botella de vino generoso de licor, con licor de naranja y DO Huelva.
Con un cierto sabor amoscatelado, la naranja se aprecia muy levemente.
Estos cupcakes no son aptos para niños, incorporan vino en la cobertura y el almíbar, aunque podría sustituirse el vino del frosting por un aroma de naranja y eliminar el alcohol que no se evapora.
Han gustado muchísimo, son adultos, elegantes, con el toque justo de crema sobre el bollo para que no resulten densos o demasiado pesados.
Y con una decoración muy leve, un poco de purpurina dorada comestible y una estrella de azúcar.
No necesitan más para brillar.
Para elaborarlos recatáis vuestra receta favorita de cupcakes de vainilla y sustituis la vainilla por un buen chorro de vino.
Se hace un almíbar rebajando el vino con agua y un poco de azúcar y se remojan bien.
La cobertura añade a la mantequilla y el azúcar, un generoso correón de vino dulce.
Y a disfrutar.